Mi cabeza dice que te olvide, pero mi corazón no me lo permite.

27 de marzo de 2012

Leaves, autumn leaves.

Otro día, otra vida pasa por mi. No es complicado. Otra mente, otra alma. Otro cuerpo en el que envejecer. No es complicado.
¿Te has preguntado alguna vez si las estrellas brillan por ti?
Flotar, como hojas de otoño. ¡Cállate! Cierra los ojos antes de dormir cuando estés a millas de distancias de mi. Ayer estuviste aquí mismo, conmigo. ¿Tan rápido pasa el tiempo delante de mis ojos? El tiempo solo es tiempo. Otra lágrima, otro grito, otro lugar para nosotros, para morir. No es complicado. Otra vida echada a perder, otra luz perdida de tu cara. Es complicado. ¿Es sólo la imaginación o los pájaros cantan solo para ti?
Cómo te echo de menos. Mi sinfonía pone música que te lleva al echo de traerte aquí, de vuelta y junto a mi.



Hazte a un lado y déjame vivir para siempre. Siéntate junto a mi, cúbreme, abrázame. Acuéstate conmigo y sostenme en tus brazos. De repente, tu corazón contra mi pecho, tus labios apretados en mi cuello. Estoy cayendo de tus ojos, pero sospecho que no me conocen todavía. Y con la sensación de que voy a olvidar, yo estoy enamorado ahora. Yo seré tu seguridad, y usted será mi alma. 
Mi persona estaba hecha para mantener la tuya caliente, pero yo soy frío como el viento por lo que, ¡sostenme en tus brazos! Mi corazón contra tu pecho, tus labios apretados en mi cuello. Me estoy cayendo de tus ojos, pero sospecho que no me conocen todavía. Y con este sentimiento me voy a olvidar, por que ahora he caído en el amor. Bésame si quieres ser amado, bésame. ¿Se debe de sentir esto cuando uno cae en el amor? 

25 de marzo de 2012

Born to death.

Nuevo atardecer.


¡Hola amores! Perdón por tardar tanto en subir, pero es que no tenía ordenador y no tenía mucha inspiración. Aquí está el relato que hice para Lenguaje, me haría ilusión que le echarais un vistazo. Es corto, de máximo dos hojas así que, ¡disfrutad!
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Abriste los ojos por millonésima vez y estabas hay, de pie, con los brazos cruzados dejando que todo pasase delante de ti. ¿Cuándo volverás a disfrutar? Te sentías como un pez fuera del agua. No soportabas esto más.
Hoy era siete, día siete de Abril. Hacía frío fuera, tanto para que un ángel no pudiera volar. Hoy era siete, siete de Abril de 2003. Hacía cinco años que me echabas de menos. Hacía cinco años que cada domingo al mediodía ponías flores en mi tumba. Aún recordabas aquel siete de Abril de 1998 que me encontraste inmóvil en la cama, cubierto por las sábanas y la penumbra. Recuerdas todo aquello, cada detalle, ¿pero se ha guardado en tu memoria cuanto te quería?
No tenías nada que hacer. No tenías nadie con quien hablar. Esto te superaba. ¡PARAR, NECESITABAS PARAR! Tu corazón hacía "bum, bum, bum" de forma muy lenta. Eran las seis de la tarde. Los pájaros cantaban en la ventana. Otra pesada tarde de primavera que soportar. No lo ibas a permitir. ¡ESTABAS HARTA!
Tenías hambre,  te apetecía tomarte una taza de café. Caminaste lentamente aquel largo pasillo que te llevaba hasta la cocina. Encendiste la luz, era un día muy oscuro, tanto en la realidad como en tus sentimientos. Había poca claridad. Preparaste la cafetera y esperaste a que hirviera. Miraste el reloj; eran las seis de la tarde. Te sentaste en una de las dos sillas de la mesa de la cocina. Tu silla era tu silla. La otra silla no la habías movido desde que desaparecí de tu vida. Posaste tus envejecidas manos en tu cabeza a y te alborotaste el pelo. Abriste la boca, quisiste pegar un chillido, pero únicamente pudiste exhalar aire. La cafetera sonó. Te levantaste a colocar el café en un vaso. Te volviste a sentar. Rodeaste la taza caliente con tus manos y tocaste la alianza que llevabas en el dedo anular de la mano izquierda, esa alianza que llevaba ahí desde hace ya más de cincuenta años. Unas lágrimas desembocaron en las comisuras de tus labios, haciendo que un escalofrío recorriera toda tu espalda. Aquello te hacía recordar que estabas sola. Me sentaba mal. Era la hora de las pastillas. Tenías que tomarte los analgésicos para el azúcar y el colesterol, se te ocurrió una macabra idea y como no, tan testaruda como siempre, te empeñaste en seguir mi camino. Querías estar a mi lado. ¿De verdad valía la pena? Había una frase que circulaba por las bocas de todo el mundo que era "es mejor quemarse, que consumirse lentamente", pero, ¿de verdad tenía razón? ¿De verdad te había llegado la hora? ¿De verdad se iba a acabar todo? Tu cabeza dio un giro de 180 grados y espero. Se desconecto. Se volvió a encender. No es mejor quemarse, es mejor luchar, pero tu querías luchar por estar a mi lado. Todo se volvió oscuro. ¿Qué ha pasado? Un túnel te rodea, tanto en tu forma de ver la vida y tanto en ella. Un punto blanquecino se encuentra en un apartado lugar, muy lejos de ti. No había tiempo para pensar, dijo tu corazón, mientras que tu cabeza decía "¡HAZLO DE UNA VEZ ESTÚPIDA!" Dos pastillas. Cuatro pastillas. Ocho. Catorce. Dieciséis. Veinte. Te atragantaste. Empezaste a sudar, pero mucho mucho. Una ducha no te vendría mal, aunque sería más bien todo lo contrario. No tenías conciencia de tus actos, te dejabas llevar por la tristeza y la melancolía. Caías como un castillo de Naipes a los pies del infierno. Te desnudaste mientras reías sin ton ni son, bailando como si tuvieras quince años de nuevo. ¿A quién ibas a engañar? Eras tan solo una vieja que estaba loca, y nunca mejor dicho, por el amor de su vida, y eso que ya no estaba a su lado. Todo eso para su desgracia. 
Encendiste el reproductor de CDs gigantesco que tenías en el baño y le diste al "play". Empezó a sonar a todo volumen tu canción favorita, Forever Young de Alphaville. Que ironía, "joven siempre, yo quiero ser joven para siempre" decía la canción. El agua del grifo comenzó a correr mientras esperabas a que se calentara para poder lanzarte en ella como si fuera una piscina. Llegó la hora. Introdujiste todo tu cuerpo en aquel paraíso y dejaste que navegara libremente. Cerraste los ojos. Intestaste abrirlos. No podías. Parecía que tus pestañas estaban pegadas. Tu cabeza estaba mojada. No te empezaba a gustar aquel húmedo ambiente. 
Vieja amiga, no puedes detenerte y ocultarte de la luz.                                             
Quisiera decirte que odio aparecer de la nada sin ser invitado, posarme en tus manos y mirarte dulcemente sin que ni siquiera te percates de mi existencia. Pero tú no podías permanecer lejos, no podías luchar contra aquel dolor. Bum, bum, bum, hacía tu corazón. Hacía cinco años que me extrañabas.
¿Sabes cómo el tiempo vuela? El tiempo es eterno. Ayer mismo fue el tiempo en que nuestras vidas estaba entrelazadas. Tenías la esperanza de ver mi envejecido rostro otra vez, rozar mis arrugadas manos y peinar mis abundantes canas. Tenías la esperanza de que pudiera decirte que para mi el amor no terminó, desde el más allá nada nunca acaba.
Nuestros días de gloria terminaron como aquellas tardes de verano en las que nos tumbábamos en el prado a mirar las ligeras nubes hasta caer rendidos en un profundo sueño.
Yacías inmóvil. Pequeña, mi pequeña, ¿qué habías hecho? 
Los labios blancos, el rostro pálido. Rostro marchito. Casa seca, cuerpo mojado. Ojos cerrados, párpados morados, garganta seca.
La luz se fue, el día terminó. Tu sufrimiento también. Siempre habías sido fuerte, pero últimamente parecías claudicar, te sentías débil y sin fuerzas de seguir hacia adelante. Trataste de nadar y mantenerte a flote, era de admirar. Tranquila, una vida mejor te espera, volveremos a estar juntos.
Tu historia retoma su camino aquí, cuando verdaderamente te sientes libre de nuevo, cuando te reencuentras conmigo en aquel preciado lugar llamado cielo.